viernes, 29 de julio de 2011

Rendirse no es una opción... ¡Jamás!

"Resilencia: capacidad de, no sólo enfrentar la adversidad y superarla, sino de salir fortalecido/a de ella... #NoHayOpción"

Así decía uno de mis tweets/status en Twitter y Facebook hace dos noches... La escuché en un anuncio de televisión y tuve que compartirla, porque me pareció una definición exacta y sencilla de una gran virtud en cualquier ser humano. Y le llamo gran virtud porque tiene 2 grandes condiciones: no sólo entras en batalla con algún reto, obstáculo y/o adversidad, sino que te preparas y fortaleces para lo siguiente.

Sería muy fácil tomar el camino de la conformidad, de la resignación... De que "no puedo", "es imposible". Probablemente, te ahorrarías la humillación de una derrota segura. Dejar el deporte que disfrutas tanto jugar porque eres un "come banco" (los reconozco, soy uno de ellos)... Aplicarte en otras clases en la escuela y descuidar esa que te da problemas porque "nunca di pie con bolas en ella, déjame pasarla raspando"... Renunciar a un puesto más alto en tu lugar de trabajo porque crees que "nadie toma en cuenta tu trabajo" y que "sólo el que tiene palas, progresa"... Y como último ejemplo, dejar de luchar con la enfermedad porque "de algo me tengo que morir" o "a nadie le haré falta"...

Esto es fácil, señoras y señores: hay que saber escoger las batallas que debemos pelear... Y esas son: ¡todas! Practicar y practicar hasta dominar las más básicas destrezas de ese deporte. Estudiar y estudiar, con conciencia y el compromiso de demostrar conocimiento cuando sea necesario. Aprender y aprender nuestras tareas y las de otros puestos en nuestra área de trabajo para tener mayores oportunidades de crecimiento. Y luchar y luchar contra lo que aflije nuestro cuerpo, siguiendo nuestro tratamiento al pie de la letra, sin darle espacio a la enfermedad...

¿Que las ganas de luchar se acaban? Si, hay días que simplemente no están... Pero el camino es continuo, hay que seguir caminándolo, aunque sea más lentamente... Se dice que de los cobardes nunca se ha escrito nada. Y yo no seré quién cambie eso, ¿ok? Escribo esto porque este mundo ha perdido la esperanza. Y la resilencia va de la mano de la esperanza. ¿Cómo yo seguiré luchando si no espero por algo mejor? Crío a mis hijos con valores para que ellos sean personas de provecho; trabajo duro para tener mis cosas; cumplo como ciudadano con todas mis responsabilidades... Porque espero que ese esfuerzo me dé la oportunidad de una vida mejor. No color de rosa: mejor. Y por no ser color de rosa, el momento nos pide la voluntad de dejarnos moldear por los retos diarios y transformarnos en testimonio de éxito, de vivir como campeón. Porque, en este cuadrilátero llamado vida, hay que conducirse como campeón... aún luchando a mitad de cartelera.

sábado, 16 de julio de 2011

El arte perdido de ayudar

Esta mañana iba a tomar el tren, como siempre... Y la tarjeta no quería recargar (como siempre)... Así que me disponía a sacar el proverbial menudo para poder viajar, cuando una persona me pide ayuda para comprar una tarjeta. Yo sabía que el tren estaba por llegar, que estaba "apretao" para montarme... ¿Qué hice? Le dije: "Siga las instrucciones de la pantalla." Esas instrucciones me sirven a mí porque sé hacerlo. Esa persona me pidió ayuda, no instrucciones...

Lo ayudé, sacó su tarjeta, me agradeció y ya. Perdí el tren. Pero lo ayudé. No recibí ningún beneficio... ¿o sí? ¿No es el ayudar la paga suficiente? ¿Saber que hiciste lo correcto no es suficiente?...

A veces me lo pregunto y quisiera que la respuesta fuese otra... Que no vale la pena, que pierdo el tiempo, que la gente no agradece, bla bla bla... Y si lo analizamos fríamente... ¡es verdad! Cosas que haces sin conseguir nada a cambio no sirven. Gastas tus energías en actividades y cosas que no aportan nada a tu vida, fuera de la satisfacción de hacer "lo correcto."

Pues, amigos, lamentablemente esa es la única paga. Dar el ejemplo. Mostrarle a los que nos rodean cómo nos debemos tratar. Recordarle a la gente que no estamos solos en este mundo y que somos responsables por todas las vidas que tocamos. Que lo único que permanecerá de nosotros en esta vida es lo bueno que hagamos... Aunque no te lo agradezcan, aunque no te traten igual... Ayuda convencido, convencida de que es la única forma de convivir con los demás. La única. Porque, en este cuadrilátero llamado vida, si tu compañero de equipo pierde, tú tambien...

sábado, 9 de julio de 2011

Los héroes deben existir... Y debemos ser nosotros...

En estos últimos días han muerto dos personas fundamentales en sus respectivos campos: primero Ricardo Alegría (1921-2011), arqueólogo, antrópologo y catedrático puertorriqueño. Luego, Facundo Cabral, cantautor argentino, éste último asesinado en un atentado en Guatemala. Y, aunque debo confesar que no soy un experto en sus ejecutorias, no puedo pasar por alto la inmensa cantidad de personas que han lamentado su partida y el vacío que dejan en un mundo que se queda sin héroes.

De Don Ricardo hemos aprendido lo que sabemos de nuestros antepasados taínos y africanos. Fue el primer director del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Bajo su guía se restauró el Viejo San Juan, ganando su designación de "Patrimonio Mundial." Y era nuestro referente con nuestra historia. De Cabral conozco mucho menos... Sin embargo, las canciones que cita la gente hablan de paz, de igualdad... Embajador de la Paz en 1996 muere a balazos...

Son personas que, en el ojo público o el virtual anonimato, han hecho grandes contribuciones en sus campos. Y a través de ellos, a toda la humanidad. Pero esta cepa de persona es cada vez más escasa. No todos hemos sido llamados a ser personas famosas ni influyentes para toda la raza humana. Nuestra influencia es más bien "local." En un pequeño círculo a nuestro alrededor, con nuestro prójimo. ¿Y quién es nuestro prójimo? Todo el que se cruce por nuestro camino, empezando... por nuestra familia.

Y ese es mi punto: nuestras mejores obras, nuestro mejor ejemplo deben empezar en casa. Los que somos padres (tengo dos niñas) somos los llamados a ser los héroes de nuestros hijos (aún sin saber volar)... Nuestro comportamiento modela el de ellos, aunque no lo parezca. El cómo nosotros tratamos con los demás es la base que ellos utilizan para entablar relaciones. Los valores que rijan sus vidas los reciben de nosotros. Todo esto, sin usar capa... ¡Qué gran responsabilidad!

Así mismo formamos parte de las experiencias de nuestros amigos, compañeros de escuela, de trabajo, de la gente que servimos... Aunque no lleguemos a tanta gente como Alegría o Cabral, podemos hacer la diferencia en mucha gente... más de lo que creemos. Y esa huella es indeleble, y sobrepasa a la muerte. Así como estos distinguidos caballeros dejaron su legado, todos lo podemos hacer.

Y nosotros, ¿cómo podemos hacer homenaje a aquellas personas inolvidables? Imitando sus mejores valores... Viviendo cómo vivieron ellos: plenamente. Y servir como ellos: con la visión de que todos los que vienen detrás se beneficiarán... Es suficiente toda la negatividad que recibimos todos los días de todos lados. Las personas indispensables, los héroes, se quedan en nosotros y se extrañan porque nos muestran lo mejor del ser humano. Y ese es nuestro llamado, desde nuestra realidad: mostrarle a nuestro prójimo que esta vida -con sus cosas buenas y malas- vale la pena vivirla. Porque, en este cuadrilátero llamado vida, ganamos juntos... o perdermos juntos.

QEPD Don Ricardo y Facundo Cabral...

domingo, 3 de julio de 2011

"¡Es que no me tienes pacieeeeeencia!"

Ay, el Chavo... No era la estrella más brillante de la noche, pero era especial. Siempre pidiendo paciencia a aquellos que se pasaban recordando lo limitado de su conocimiento. Sin embargo, lo aceptaban así como era. Porque la paciencia había preparado a los demás para tolerar y esperar lo mejor...

Tolerancia... La esperamos todos, pero pocos la practicamos. Porque creemos que todo el mundo orbita alrededor nuestro. Nos creemos un sol, aún sin ser rubios. Y nos sentimos con la libertad de decirle a los demás lo que tienen que creer y/o hacer. Porque yo lo digo. Y tú no sabes... Ah, y si te equivocas... No lo olvidarás jamás, porque te lo recordarán por siempre. Las diferencias -para el intolerante- son la excusa para atacarte, muchas veces proyectándose en ti. "¡Es que no me tienes pacieeeeeeeencia!" "¡No!", dice San Intolerante...

Y pedir paciencia es, como decimos los boricuas, "fuete pa' tu fundillo." Nos olvidamos que, cuando pedimos paciencia, se nos dan pruebas. La paciencia no se da, se desarrolla con el tiempo, con el fuego de las pruebas. Y con una buena actitud. Indispensable para tratar a los demás y las diferencias entre nosotros. Las diferencias en crianza, en creencias, en vivencias... Hasta la persona más paciente jamás termina de desarrollarla.

Es esperar... y esperar... Y esperar, a veces renunciando a nuestros propios deseos. De mandar a buen sitio a esa persona que, tan amablemente, nos dañaron el día. O largarnos del trabajo para nunca más volver. O empacar nuestras cosas e irnos lejos... Tentador... ¡Pero naaah! No se resuelve nada, porque no es el problema: es la falta de paciencia ante él. Lo tendremos mientras no lo resolvamos, comenzando por aceptarlo.

Porque vivimos en una isla muy pequeña como para no poder soportarnos. Para no poder respetarnos. Para no sólo, simplemente, "pichearle" a nuestras diferencias y aprovechar nuestro tiempo juntos para vivir... sólo vivir. Recordemos: en este cuadrilátero llamado vida, si uno luce bien, el otro también. ¡Eso, eso, eso...!