Sinceramente, tengo tantas ganas como ninguna de volver. Y no me malinterpreten, me gusta mi trabajo. Trabajar en la calle es lo que me gusta, el contacto directo con la gente (aunque mi personalidad indique lo contrario). Pero llega un tiempo en el que los problemas del diario vivir, las pruebas, las vicisitudes, se van acumulando y se hace cada vez más difícil levantarse de la cama. Y en esos momentos debemos recordar el propósito en nuestra vida.
No vivimos para trabajar, sino que trabajamos para vivir. La felicidad no está en nada externo, sino en nuestro interior. La vida es bella, aunque sea injusta a veces. Hay que vivir intensamente, porque el tiempo de estar muertos será bien largo. En esta vida, todos tenemos un propósito, y eso es lo que nos mueve.
Vuelvo y les digo, no tengo ningunas ganas de volver. Estaba de lo más bien en mi casa descansando. Pero mi lugar y dónde está mi propósito es en mi trabajo. La bendición está en el trabajo bien hecho. Quien será bendecido será quien es fiel, haya mucho o poco. Y yo sé qué significa "poco". Y estoy aquí de pie, todavía. Y vamos pa' lante, con cansancio, con decepciones, con cargas. Y a llorar pa' maternidad. Hoy vuelvo a la carga. Hoy lucho, mañana veré los frutos de mi lucha.