lunes, 27 de julio de 2015

Sin deporte, no hay paraíso

No hay manera de suavizar una situación así. Vemos tan lejos esos dias de Piculín, de Mincy, de Fico, de Quijote... Días donde el Equipo Nacional de baloncesto masculino imponía respeto en TODO torneo en el que participaba. Ese equipo era (¿era?) nuestro orgullo. Eran realmente "los 12 Magnificos", lo mejor que el baloncesto puertorriqueño podía ofrecer. Esos días pertenecen al pasado. El Equipo Nacional quedó fuera de las medallas en Juegos Panamericanos por primera vez desde los nefastos Juegos de Mar del Plata en 1995. Ese año el equipo no carecía de nivel, sino de "comunicación", por decirlo de esa forma. Pero este equipo que ha perdido por una cantidad obscena de puntos... no tiene nada de nivel.

Entonces ustedes me preguntarían: ¿para qué demonios mandamos ese equipo para allá? ¿Por qué exponer el nombre ya tan maltrecho de Puerto Rico y de su Equipo Nacional con un equipo que no tenía nada que buscar en Toronto? Y créanme, esa misma pregunta se hacen muchas personas basadas en la "sequía" de medallas que ha sufrido nuestra delegación en esta justa. Escucho analistas políticos que al día de hoy no saben que Michael Jordan se retiró, hablando de la pérdida de dinero que representa el tener representación olímpica. Esbozan razones tales como que eso no resuelve los problemas sociales y económicos del país; que los logros deportivos distraen al país de los verdaderos problemas y que lo mantiene dormido; que los atletas no producen medallas de acuerdo a la inversión que el gobierno hace en ellos; que ese dinero se debe utilizar para otras cosas y no para mantener vivo un patriotismo "artificial". A este reclamo se unen periodistas, gente de la política, y muchos puertorriqueños de a pie.

¿Y saben qué? Aunque no esté de acuerdo con esa opinión, no puedo culparlos del todo. Porque estos resultados reflejan el lugar que tiene el deporte entre las prioridades de este y los demás gobiernos que han dirigido esta isla. No han entendido el rol social, salubrista, económico que tiene el deporte en la sociedad moderna. Para los funcionarios de este gobierno, para los periodistas faltos de reconocimiento, para los analistas políticos vendidos por contratitos, el deporte es solo entretenimiento, reservado para los románticos, para los tontos. Y se vanaglorian cuando los equipos de aquí pierden, porque los hacen ver como unos genios, unos eruditos que no saben distinguir entre un tiro libre y un ace...

¡Que contraste con la situación de los atletas en otros países! Y no digo en todos, porque hay países que están peor que aquí (aunque usted no lo crea). Pero hay países que desde los grados primarios desarrollan programas de masificación del deporte que sirven, no solo para identificar buenos prospectos, sino para lograr el desarrollo integral de los niños y niñas. Han reconocido los valores que inculca el deporte: disciplina, esfuerzo, trabajo en equipo, empatía, sana competencia, buena salud física y mental, entre muchos otros que les servirán dentro y fuera del terreno de juego y durante toda su vida. Y con esto en mente, el deporte se convierte en un vehículo de cambio social, de identidad patria, de desarrollo humano. Sin entrar en la discusión de cuáles son las motivaciones de cada país para su enfoque en el deporte, los frutos se dan en el medallero y en la vida diaria. Países que aparentan un desarrollo menor al de Puerto Rico ya lo sobrepasan rutinariamente en la cosecha de metales olímpicos de todos los niveles. Sus atletas solo se dedican a eso, y son tratados como una de las grandes exportaciones al exterior. Eso del atleta "part-time" ya no existe. Estas personas han decidido dedicar su vida y sostener a sus familias con el deporte y merecen ser tratados con el mismo respeto que quien decide ser doctor, abogado, ingeniero, etc. Pero en esta isla, se les ve a los atletas de tiempo completo como vividores del gobierno. A los Culson, a las Kiria Tapia, a los gimnastas, a los boxeadores, entre otros, no se les reconoce el esfuerzo que hacen a diario por dominar las destrezas de su deporte y representar a Puerto Rico alrededor del mundo. Se critica el estipendio que reciben mensualmente para poder dedicarse full-time a entrenar, mientras permitimos que nuestros funcionarios de enriquezcan a costas del pueblo, con un volumen de trabajo que haría llorar al mismo José Nogueras. Pero eso si, esperamos que ganen un fracatán de medallas para inflarnos el ego y decir que apoyamos al deporte. Y si no ganan, ahí si que nos limpiamos el fundillo con ellos, burlándonos de que, de nuevo, "jugaron como nunca y perdieron como siempre". 

Y en ese sentido, hablemos del Equipo Nacional de baloncesto masculino de Puerto Rico, quizás la máxima institución deportiva de este país. Ese equipo, gústele a quien le guste, es uno de nuestros más valiosos patrimonios nacionales. Y verlos ser derrotados, apabullados en 2 ocasiones en la misma semana no es cualquier cosa. Podemos hacer chistes y memes y burlarnos de ellos y de Rick Pitino y hacer como si ya no nos sorprende que pierdan. Pero, en lo más profundo del corazón de este pueblo, todo eso lo hacemos con un intenso dolor y tristeza. Este equipo de los que si pudieron hacer el viaje, este equipo de suplentes y sextos hombres, este equipo de tercera categoría sigue llevando el nombre "Puerto Rico" escrito en cursivo, en el pecho. Este equipo que ha sido humillado como nunca antes, sigue siendo el mismo equipo que llegó cuarto en Mundiales y Olimpiadas, que le ganó al Dream Team, a Yugoslavia, que ganó el oro en los Goodwill Games en Rusia. Este equipo, el de Pachín, el de Teo, el de Dalmau, este equipo hoy no le gana a nadie. Ha sido una bofetada en la cara de los puertorriqueños. Y era una que se veía venir. Estos últimos años han sido fracaso, tras fracaso, tras rotundo fracaso. Pero seguimos jugando el Baloncesto Superior Nacional en verano. Y mientras nuestros mejores jugadores juegan la final del torneo, a Toronto mandamos a los demás, que no han alcanzado ese nivel. Y no lo han alcanzado porque desde pequeños han tenido que dividir el tiempo entre su carrera deportiva y sus trabajos y estudios. ¡Claro que no van a ganar, si no están debidamente preparados! Aquí hay miles de ligas y equipos, pero no un programa nacional que les dé seguimiento en su desarrollo. Aquí hay mucha finca, y todos "jalando pa' su la'o". Pasa en béisbol, en gimnasia (¿han visto dónde entrenan los "Golden Boys" y demás gimnastas? Esa cancha de Country Club da grima); en fútbol crean una liga profesional cada año y no dura ni lo que dura un estornudo, y nuestra selección juega menos que yo en un doble cancha; en atletismo seguimos permitiendo que las universidades apuesten solo por el atleta extranjero para llenarse la boca de que ganaron las Justas de la LAI y que se fastidie el atleta local (demándeme si no le gusta mi opinión)... 

En esas condiciones, ¿a quién le dan ganas de ser atleta? Muchas carreras tronchadas, no tanto por falta de talento, sino por falta de visión y apoyo. Porque lo único que nos importa es ganar, ganar y ganar, y no desarrollamos gente de bien y de provecho, que cuenten con las herramientas para lidiar con los retos de la vida cotidiana. Ni pensamos en el deporte como herramienta de desarrollo económico, en especial en la revitalización de los centros urbanos y en el turismo, haciendo al país sede de eventos de clase mundial e inyectando la economía con miles de millones de dólares en derechos de admisión y economía directa e indirecta. Tampoco nos preguntamos qué sería de muchos jóvenes de nuestra isla sin el deporte, sin la oportunidad de ocupar su tiempo en cultivar su cuerpo y su mente en vez de destruirlos con drogas, con violencia, con crimen...

El deporte abre muchas puertas y da muchas oportunidades, las mismas que no todos estamos capacitados para tener. El deporte no es una nota al calce, sino una vertiente importante del quehacer humano, una de las mejores obras de la humanidad, una de sus mejores caras. El dinero y los recursos invertidos en el deporte no están perdidos, porque siempre darán frutos en el terreno de juego y en nuestra sociedad. 

Es el momento de cambiar muchas visiones erróneas. El deporte es, para muchas personas, no solo un pasatiempo o su forma de mantenerse en forma. El deporte es su escape a tantos peligros y tentaciones que ofrece la vida. Es su boleto a una vida mejor para ellos y sus familias. Es el vivir sus sueños. El ser alguien en esta vida. Y por eso sacrifican años y años en entrenamientos, acuartelamientos, prácticas, para una oportunidad que puede durar unos pocos minutos y que quizás jamás vuelvan a tener. Y somos tan mezquinos que los criticamos y nos burlamos cuando no pueden conseguir la dichosa medalla de oro. Pero créanme, convertirse en un mejor ser humano y a la misma vez representar a tu país es la verdadera meta de cualquier atleta. No hay NADA MEJOR.