"Buenos días! Veo la fila para comprar el #iPhone4S y una palabra llega a mi mente: ridiculez. Atte. Usuario de iPhone..."
Este fue mi primer status/tweet del día de hoy. Y no se engañen: un teléfono así debe ser un palo, y me gustaría probarlo y, por qué no, tenerlo. Pero de ahí a hacer una fila toda la noche... eh, si, mijo, si...
Y eso me lleva al famoso "Viernes Negro"... El año pasado le dediqué la friolera de 10 MINUTOS... ¡MINUTOS! a las ventas del madrugador. Y fue que entré a Radio Shack a ver un Bluetooth que vendían a $10. VER, no comprar. Ahora no vengan a decirme Papo Codos de Acero...
Uno ve esas filas interminables y piensa que el propósito es uno totalmente loable: donar sangre, ofrecerse como voluntario para alguna obra benéfica... Pero no. Es para comprar un teléfono que será obsoleto en 6 meses. O para comprar tu 3er o 4to plasma. O para que los "Reyes Magos" te den un juego de mesa que te sale en $5 en Topeka (esos son los mejores), pero te gastaste $10 en gasolina buscando parking...
¡Qué voluntad mostramos para adquirir todas estas cosas materiales! ¡Cuán persistentes somos para tales trivialidades! Total, para aparentar... Para sentirnos menos vacíos. Porque para mí es más importante estrenar ropa todas las semanas, cambiar el celular cada 3 meses, el equipo de música en el carro, andar "filoteao" 24/7... Pero la casa hecha cantos, no ahorro, no coopero ni dentro ni fuera de la casa, parece que me hablan malo si me piden algún donativo, critico cualquier manifestación de protesta pero no doy cara...
Si así de temprano como voy a hacer el ridículo en la fila del iPhone, fuera a la iglesia a darle gracias a Dios por sus bendiciones... Si así de presto fuera a la escuela de mis hijos a hablar con sus maestros... Si con ese interés fuera a trabajar y brindar un servicio de primera... Si me moviese así para visitar y ayudar a ese familiar que está solo...
Porque nos quejamos y nos seguimos quejando de lo jooooo que está la sociedad, de que la gente joven se está perdiendo, que ya no hay valores, que las prioridades de la gente, de mi gente, están totalmente invertidas... Y sí, hay algo de verdad en esas afirmaciones. ¿Pero de quién es la culpa? ¿De la escuela? ¿O del gobierno? ¿Qué tal la iglesia? ¿O la policía? ¡No, es de cada uno de NOSOTROS! Somos los modelos de nuestros hijos, ¿cuándo lo vamos a entender? Sus creencias, sus valores, sus costumbres vienen de nosotros. Somos nosotros los que debemos auto-evaluarnos y analizar nuestras actitudes ante las cosas realmente importantes. Sólo así no convertiremos nuestra sociedad en un gigantesco shopping mall. Mi familia, mi educación, mi trabajo, mi hogar, mis metas, mi felicidad... Mis verdaderas prioridades. Piénsalo en lo que te atienden...
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