Hay mucha gente (demasiada, diría yo) muy belicosa en este planeta. Mucha energía negativa acumulada que no se canaliza positivamente. Que liberamos de la peor manera con cualquiera por ahí (me incluyo, y es algo que no me enorgullece).
Sin embargo - a pesar que explotamos por cualquier estupidez - al momento de la prueba, de separar la paja del grano, "los niños de los hombres", esas fuerzas se esfuman. Desaparecen. Y vemos ese problema más grande de lo que es. Y no, no menosprecio la situación de nadie, porque nuestras luchas las conocemos cada uno. Pero en perspectiva, siendo bien racionales, Dios es más grande que cualquier problema (¿qué más racional que eso?). Él nos hizo a Su imagen y semejanza. Nuestros genes espirituales provienen del Creador del cielo y la tierra. Por eso a los creyentes se les conoce como RAZA de VENCEDORES. La VICTORIA es nuestra, porque nuestra fuerza no viene de nosotros, sino de Quién nos creó.
Entonces, ¿por qué nos derrotamos mental y espiritualmente sin ni siquiera comenzar a pelear? Como diríamos en la calle, estamos "montao's" cuando Dios pelea por nosotros. La ventaja es absoluta y definitiva a nuestro favor en el instante que nuestro Padre toma el control.
Por eso y más, preparemos nuestros puños, nuestras piernas, nuestras mentes y nuestros espíritus para la batalla. Nuestros enemigos caerán derrotados uno a uno. Nuestros problemas ya no lo serán. Superaremos toda prueba con excelentes calificaciones. Y todo con la fuerza del León de Judá.
"Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea"... Salmo 143
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