Fueron muchos años separados por diferentes circunstancias. Pero no hay distancias ni tiempo fuera del alcance de Dios. Una noche nos encontramos de nuevo y, desde entonces, hemos caminado juntos.
Con nuestras altas y bajas, aprendemos cada día a amarnos, respetarnos y apoyarnos más y más. Son muchos sueños que compartimos y trabajamos para hacerlos realidad poco a poco. Y por más que tarden, quiero realizarlos contigo... ¡sólo contigo! Porque al día de hoy no he encontrado palabras para describir lo feliz y bendecido que me siento por tu sola existencia, por tu presencia en mi vida y por todo el amor que me das.
Ni en mis más ambiciosos sueños ni con mi imaginación en su momento más lúcido hubiese inventado una mujer como tú, divina creación. Te amo tanto, tanto, que estas palabras se quedan cortas. Sólo le pido a Dios que me permita envejecer contigo. ¡Te amo, mujer bella!