¿Pero Dios no es tan bueno y poderoso? ¿Pero Dios no nos ama tanto? ¿Por qué permite las guerras? ¿Por qué la gente muere de hambre? Él no hace nada cuando nos matamos unos a otros... ¿Y por qué se ha olvidado de mí, de mis oraciones?
¡Wow, qué descarga para Dios! No se confundan: no es mi actual sentir. Pero no significa que nunca lo haya dicho o pensado. Y no sólo yo, sino muchas personas tienen o han tenido este tipo de pensar. Y, sinceramente, en una gran parte de los casos no los culpo. Como leí ayer, si la vida es difícil, más difícil es vivirla. Pero, en mi humilde opinión, culpar a Dios por todo lo malo que pasa es bien acomodaticio. ¿Para eso si nos acordamos de Dios? ¿Para reclamarle, para atacarle, para fustigarle por nuestra mala "fortuna"? ¡Qué mamey! Dios, el más feo...
Vamos a ser claros: desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, le damos de codo a Dios. Tomamos decisiones y no contamos con Él. Lo sacamos de nuestra casa, de nuestro matrimonio, de nuestra crianza, de nuestros sueños y proyectos... en fin, de nuestra vida entera. Y todavía tenemos la fuerza de cara de reclamarle por todas las cosas malas que pasan en el mundo, como si se alegrara que pasaran.
Total, quienes han hecho al dinero el centro de todo -como el lema de Plaza Las Américas... ¿Coincidencia?- somos nosotros, los seres humanos. Las guerras, el hambre, las matanzas, los problemas sociales de la A a la Z son producto del maldito dinero y la dichosa codicia nuestra. Además, los que vivimos en este mundo, vamos a las escuelas y trabajamos en este planeta, quienes escogemos a nuestros gobernantes, somos nosotros. La culpa no es de Dios. Nosotros hemos dañado todo lo que Él creó. Y no somos quienes para arreglarlo. No aceptamos nuestra responsabilidad en el deterioro de nuestro mundo. Ni nuestro deber con el prójimo. ¿Que Dios permite que la gente se muera de hambre? Alimentemos nosotros al que no tiene. ¿Que hay muchas guerras? Seamos más cuidadosos con aquellos a quienes le damos el voto. ¿Nos estamos matando? Pongamos manos a la obra en cuanto a la crianza y enseñanza de valores a los más jóvenes, inculcándoles el valor de la vida. ¿Muchos suicidios? Sirvamos de redes de apoyo, con una palabra y gesto de amor y esperanza. ¿No nos conceden lo que pedimos en oración, o parece que se olvidaron de nosotros? Vamos a darle a Dios el lugar que merece en nuestras vidas. Pongamos en Sus manos nuestra vida. Él siempre llega a tiempo, y nos da lo que realmente necesitamos. Lo digo por fe y experiencia. Hasta el día de hoy, no me ha dejado en ridículo.
Como dije al principio, es mi opinión. Si quieres seguir viviendo tu vida en una queja constante, adelante. Recuerden, esto es como un luchador que se le da un libreto con las movidas que hará en el combate. Al momento de sonar la campana en este cuadrilátero llamado vida, le toca al luchador decidir lo que va a ejecutar. Si no sigue el libreto, lo que pase es su culpa...
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