Ya cuando íbamos saliendo (después de perder el tiempo por completo por tener gente al frente del grupo que no tienen un demonio de idea de cómo trabajar), veo en una esquina a un joven acostado en el piso, pasando la borrachera (o lo que fuese). ¿Cuántos años podría tener ese nene? ¿18, al menos? Lo dudo mucho. Pero me dio una gran tristeza ver a un joven tirado en una esquina, dejando escapar su vida. ¿Y el corillo que seguramente lo acompañaba al party? Bien, gracias. Estarían bebiéndose hasta el Orinoco en otro lado. Lo dejaron solo, prácticamente inconsciente, a merced de sabe Dios qué peligros. Lo bonito es que me imagino que al otro día ni se iba a acordar. Claro, si despertó de ese "hangover".
Las Justas de la Liga Atlética Interuniversitaria fueron este fin de semana y, como de costumbre, atrajo una gran cantidad de jóvenes a la ciudad de Ponce. Gracias a Dios que no fui, pero no dejo de imaginarme que habían más cantinas que baños. Las tarimas "artísticas", todas auspiciadas por cervecerías que bombardean de publicidad engañosa a nuestros hijos. Y, si fuiste listo (y digo "listo" en el sentido de ahorrar, no en el común), traiste el ron desde tu casa para gastar menos. Y dos o tres "munchies", para dizque bajar la nota. Si, mijo, si. Yo me mamo el dedo.
Imaginemos el panorama: corillitos de chamaquitos en todos lados, y varios cuerpos tirados en las aceras, borrachos como perras. O parejitas como los de la supuesta foto de la hija de la telerreportera Luz Nereida Vélez, donde sale teniendo relaciones sexuales en una esquina, en el piso. ¿La foto? Búscala, hijo. Aliméntate el morbo en otro lado. Ok, dos problemas con la foto: primero, lo triste de la foto, además de la acción, es que se concentran en ella. ¿Y el muchachito? ¿No es igual de irresponsable? Ah, es que al hombre se le perdona y a la mujer se le penaliza, se me olvidaba. Segundo, hacemos de la situación un chiste. Alguien que me explique qué diablos tiene de gracioso que destruyamos la reputación de dos personas... qué dos personas, de una muchacha que quizás ni es la de la foto ni se puede defender. Porque la foto está viral, ya eso no se puede borrar.
Aquí nadie ha dicho que no hagan más Justas, ni más conciertos. Aquí nadie ha dicho que no beban ni salgan con sus panas. Ni siquiera nadie ha dicho que no tengan vida sexual. Pero cuando esas cosas tan triviales me afectan a tal punto de ponerme en peligro y me hacen tomar decisiones estúpidas y me hacen daño, ahí hay problemas y hay que alzar la voz de alerta. Yo fui joven, yo también cometí (y cometo) errores. Y pasé sustos, claro que si. Por eso, me preocupa sobremanera los riesgos que los jóvenes están tomando en estos tiempos, en términos de dónde van, qué consumen, qué conductas llevan a cabo... Cada vez son más peligrosas. Yo no sé ustedes, pero si fueran mis hijos, no estaría nada tranquilo. Mis hijas son pequeñas, pero no lo serán siempre. Y si les puedo transmitir lo que he aprendido por experiencia, se ahorrarán muchos malos ratos. Porque si es por las cervecerías, por los grandes intereses, el ron se conseguiría hasta en paletas dulces y se vendería en las escuelas.
No sé dónde está aquel joven que vi tirado en esa esquina, en medio de tanto ruido y algarabía. Lo más probable, se le pasó la nota y esperaba la próxima. Y, de lo que se acordara, lo contaría como si fuera la cosa más grande. La jodedera gusta y uno la disfruta. Muchas veces creemos olvidar los problemas. Y les hablo con mucha seriedad y responsabilidad. A todo el que patrocina este espacio con su valiosa atención: tu vida es demasiado valiosa como para dejarla en una lata de cerveza, en un pote de pastillas, en una esquina con el primero o la primera que se aparezca. Vive y vive a plenitud, vive en tus términos, vive de la forma en que te puedas mirar al espejo y no sientas ningún remordimiento. Sin embargo, valora tu vida porque es la única que tienes. Y vívela sin hacer daño, ni a ti ni a tu prójimo. El libro de tu historia y de la mía tiene muchas páginas vacías. Vamos a llenarlas con la tinta de una vida sana y feliz. Es nuestra deuda con nosotros mismos.
(Imagen cortesia de www.elmundo.es)
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