sábado, 9 de julio de 2011

Los héroes deben existir... Y debemos ser nosotros...

En estos últimos días han muerto dos personas fundamentales en sus respectivos campos: primero Ricardo Alegría (1921-2011), arqueólogo, antrópologo y catedrático puertorriqueño. Luego, Facundo Cabral, cantautor argentino, éste último asesinado en un atentado en Guatemala. Y, aunque debo confesar que no soy un experto en sus ejecutorias, no puedo pasar por alto la inmensa cantidad de personas que han lamentado su partida y el vacío que dejan en un mundo que se queda sin héroes.

De Don Ricardo hemos aprendido lo que sabemos de nuestros antepasados taínos y africanos. Fue el primer director del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Bajo su guía se restauró el Viejo San Juan, ganando su designación de "Patrimonio Mundial." Y era nuestro referente con nuestra historia. De Cabral conozco mucho menos... Sin embargo, las canciones que cita la gente hablan de paz, de igualdad... Embajador de la Paz en 1996 muere a balazos...

Son personas que, en el ojo público o el virtual anonimato, han hecho grandes contribuciones en sus campos. Y a través de ellos, a toda la humanidad. Pero esta cepa de persona es cada vez más escasa. No todos hemos sido llamados a ser personas famosas ni influyentes para toda la raza humana. Nuestra influencia es más bien "local." En un pequeño círculo a nuestro alrededor, con nuestro prójimo. ¿Y quién es nuestro prójimo? Todo el que se cruce por nuestro camino, empezando... por nuestra familia.

Y ese es mi punto: nuestras mejores obras, nuestro mejor ejemplo deben empezar en casa. Los que somos padres (tengo dos niñas) somos los llamados a ser los héroes de nuestros hijos (aún sin saber volar)... Nuestro comportamiento modela el de ellos, aunque no lo parezca. El cómo nosotros tratamos con los demás es la base que ellos utilizan para entablar relaciones. Los valores que rijan sus vidas los reciben de nosotros. Todo esto, sin usar capa... ¡Qué gran responsabilidad!

Así mismo formamos parte de las experiencias de nuestros amigos, compañeros de escuela, de trabajo, de la gente que servimos... Aunque no lleguemos a tanta gente como Alegría o Cabral, podemos hacer la diferencia en mucha gente... más de lo que creemos. Y esa huella es indeleble, y sobrepasa a la muerte. Así como estos distinguidos caballeros dejaron su legado, todos lo podemos hacer.

Y nosotros, ¿cómo podemos hacer homenaje a aquellas personas inolvidables? Imitando sus mejores valores... Viviendo cómo vivieron ellos: plenamente. Y servir como ellos: con la visión de que todos los que vienen detrás se beneficiarán... Es suficiente toda la negatividad que recibimos todos los días de todos lados. Las personas indispensables, los héroes, se quedan en nosotros y se extrañan porque nos muestran lo mejor del ser humano. Y ese es nuestro llamado, desde nuestra realidad: mostrarle a nuestro prójimo que esta vida -con sus cosas buenas y malas- vale la pena vivirla. Porque, en este cuadrilátero llamado vida, ganamos juntos... o perdermos juntos.

QEPD Don Ricardo y Facundo Cabral...

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