lunes, 24 de septiembre de 2012

Hoy, seamos "como el arcoiris"

Lo vemos cada vez que deja de llover, cuando más brilla el Sol. Hablo del arcoiris, ese fenómeno multi-color que adorna nuestro cielo. En él toman protagonismo todos los colores, acompañándose perfectamente.

Aquí, en nuestra tierra, Puerto Rico, todo lo dividimos en colores. Muchos dicen que nuestro deporte nacional es la política. Lo dudo mucho porque ni a eso jugamos bien. Nos tiramos "a la yugular" por un montón de candidatos a los que, probablemente, ni siquiera conocemos ni conoceremos durante el cuatrienio. Que nos prometen el cielo aunque luego nos hagan pasar un infierno.

En la familia, en el trabajo, en todos sitios, nos dividimos en tribus de diferentes colores. Y los otros son los malos, los pillos, los brutos... Y los míos por ser de mi partido, de mi tribu, son buenos. Mientras todos, no importa el color de mi camisa hoy lunes, sufrimos como nuestra tierra sufre a causa del egoísmo, la avaricia, el crimen, la división, la violencia.

Nunca veremos el arcoiris de un solo color, opacando a los demás. Siempre vemos todos los colores brillando por igual. Hoy, debemos ponernos la camisa del color unidad, del color empatía, del color compasión, del color esperanza, del color amistad, del color amor... Hoy es un buen día para dejar de mirar de qué color es el otro y dejar brillar el arcoiris de gente buena y valiosa que es Puerto Rico.


lunes, 17 de septiembre de 2012

El retiro no es "cáscara de coco"

Eran las 4 de la tarde y nuestro jefe nos dijo que era su último día con nosotros. Que le habían certificado sus años de trabajo y ya era momento de irse. Luego de más de 30 años de servicio público. Yo tengo 34 de edad. No son cáscara de coco. Es una vida entera.

Pero pasa muy rápido. Y más cuando estás trabajando. Llega el lunes y ya esperamos con ansias el viernes. Queremos acelerar el tiempo y no nos damos cuenta que al tiempo nada ni nadie lo detiene.

Hubo un momento en el cual la tristeza se hizo presente, y no era para menos. Cuando te despides de un lugar que se convirtió en tu segundo hogar, y de un grupo de personas que eran tu segunda familia, prácticamente es como un sentimiento de duelo. No importa si pasaste infinidad de malos ratos o decepciones. Las experiencias, las alegrías, las amistades, haber dado el máximo de nuestras capacidades... Todo eso duele al momento de irse.

Al momento de darle un abrazo a mi jefe, le dije: "Felicidades. Disfrute su retiro. Descanse mucho. Gracias." Porque no es momento de llorar ni de sentir tristeza. Es momento de reflexionar en lo vivido y ser agradecido por todas las bendiciones recibidas y por la oportunidad de servir al prójimo.

Por mi parte, cuando un ser querido parte, la mejor forma de honrarlo es viviendo sus mayores valores y cualidades. Que su paso por mi vida no haya sido en vano. Así como mi paso por la vida de otros tampoco puede ser en vano. Ningún día puede pasar en vano. En un dos por tres, pasan 30, 35, 40 años y me llegará el momento de decir adiós. En este cuadrilátero llamado vida, llega el momento en que los golpes son demasiados y hay que enganchar las botas. Ojalá ese momento sea de alegría y satisfacción por haber dado "una buena función."

lunes, 10 de septiembre de 2012

El testimonio más poderoso

"Les digo la verdad: el que cree en mí también va a hacer las obras que yo hago. Y hará obras más grandes porque yo regreso al Padre." Juan 14:12

Probablemente voy a caer mal por lo que voy a decir aquí. Pero también, probablemente, me importe tres pepinos. Hecha la salvedad, les cuento: hace poco estaba con un grupo de personas orando... (yo oro de vez en cuando, chorro de joyas, por si acaso)... Decía que oraba con un grupo de personas y reflexionábamos en uno de los múltiples testimonios de sanación que aparecen en la Biblia. De momento comencé a pensar (que problema): a veces recurrimos tanto a testimonios de otras personas y parece que Dios no obrara en mi vida. ¿No hay ni siquiera un momento que pueda compartir con otros en el cual el amor y la misericordia de Dios se han hecho presentes en mi caminar?

Y no es que tenga problemas con leer y compartir la Biblia. Nada más lejos de la realidad. Pero, a veces (a veces), la repetimos como el papagayo. ¿Y nuestras vivencias, qué? Todos esos hombres y mujeres de fe en la Biblia nos enseñan todos los días. Pero, en mi humilde opinión, nada mueve a mi prójimo a convertirse como MI testimonio. ¿O es que esperamos que frente a nosotros Dios levante un muerto, o le dé la vista a un ciego? ¿Que multiplique la comida? ¿Que sane a un enfermo terminal? No me malinterpreten: Dios puede con eso y todo lo demás. Lo que digo es que, al yo ignorar y subestimar los pequeños milagros y las pequeñas bendiciones de todos los días, pierdo el sentido de lo que significa la fe.

Sólo el levantarme luego de haberme mantenido respirando toda la noche es tremendo milagro. Tener algo que llevarme a la boca de desayunar antes de salir de mi casa es una muestra del amor fiel de Dios. Que yo llegue sano y salvo a mi trabajo con lo mala que está la calle en Puerto Rico es motivo suficiente para dar gracias a Papa Dios a diario. ¿Y tener trabajo en esta época, y poder mantener a mi familia? ¿Llegar a mi casa y poder abrazar a los míos, sin importar los problemas? ¿Qué más testimonio que experimentar el amor y la misericordia de Dios todos los días y que la gente vea tus frutos a través de tus palabras y obras? Yo creo que Dios tiene preparadas grandes bendiciones para todos sus hijos. Pero, mientras tanto, a quien me encuentre (y a quien lea esto), le digo: Dios no deja en ridículo a sus hijos. Hoy, doy gracias a Dios por todo y doy testimonio de lo que Él ha hecho en mí.


lunes, 3 de septiembre de 2012

Las lágrimas de nuestros (Idol)os

En cualquier variante de estos concursos "Idol", los productores van a echar mano del morbo para ganar ratings. Al parecer, a la gente se le olvida eso. Cualquier conflicto, cualquier lágrima derramada, cualquier defecto de algún participante va a ser explotado exponencialmente para mover a las masas a identificarse con los participantes y votar por ellos y/o ir a las galas y conciertos que hagan. Pero el pueblo se indignó en la última eliminatoria de "Idol Kids Puerto Rico" porque las niñas estuvieron expuestas a un ambiente hostil y de mucha presión. Ok, de nuevo, estás en el programa de más audiencia en Puerto Rico, sola en un escenario frente a gente con una vida de experiencia en la música y que te están juzgando. ¿Quién no siente presión?

Ni los padres, ni la producción del programa, protegieron a estas niñas de ese mal rato. Hasta las que clasificaron quedaron destruidas con toda la tensión. Y aquí no se trata de que todas tenían que ganar. Es que, a veces, queremos vivir la vida a través de nuestros hijos. Lograr lo que no pudimos por medio de ellos. Y ellos y ellas pagan por nuestras frustraciones. Vemos tantos casos de niños artistas que pierden sus vidas en el camino por tratar de vivir demasiado rápido, por tratar de acaparar demasiado. La responsabilidad primordial de un niño -estudiar- ya no es prioridad. Se le quita la niñez a estas personas y tienen que crecer muy rápido. Y no he hablado de las canciones que cantaron estas niñas.

Es que ya en la televisión no hay originalidad. Lo único que falta es "Perro Idol", o "Gallina de Palo Idol". Esta sociedad tiene una dichosa obsesión con meterse en la vida de los demás. Y los canales de televisión se reparten con la cuchara grande exponiendo al ser humano en su punto más bajo. Nada es ya lo suficientemente íntimo. Y nuestros niños no están exentos. Niñas llorando = ratings.

Somos hipócritas como sociedad. Porque ponemos el grito en el cielo con estos programas. Pero es que el crecimiento y desarrollo de nuestra niñez está en nuestras manos, no de la escuela, ni de la iglesia ni del gobierno. Mucho menos de la TV. Pretendemos que adquieran valores, disciplina, autoestima, respeto de afuera, en vez de nosotros. Nuestros niños y niñas han quedado expuestos a todos esas presiones y situaciones incómodas EXCLUSIVAMENTE por nuestra culpa. ¡Qué fácil es echarle la culpa a la televisión, la escuela, la iglesia, el gobierno! ¿Quiénes los trajo al mundo? Entonces, ¿quién es responsable por ellos? Eso pensé.

Idol Kids: Talento infantil entre lágrimas- Primerahora.com