lunes, 2 de febrero de 2015

Pasando la página

En mi humilde opinión, uno de los mayores inventos del ser humano es el papel. Y su importancia recae en su función de recoger en sus fibras las letras que cuentan la historia. La de todos los pueblos que han pasado por este planeta, y la historia propia de cada uno de nosotros. Como vehículo de comunicación, de educación, de cultura, no conoce igual. Como instrumento para plasmar nuestras ideas, sueños, pensamientos, es infinitamente superior a cualquier red social. Porque permanece. Porque se convierte en un legado para los que vienen después. Porque como tesoro es invaluable. 

Y es un invento tan inteligente, porque cada hoja de papel posee 2 lados igual de útiles. En blanco, para dejarlo todo en ellos. Para que lo que comenzamos en un lado, lo sigamos en el otro. No hay pausa: terminamos con una página, y ya nos espera la próxima. Recordemos los exámenes en la escuela... Donde pasábamos cada página de ellos buscando esos ejercicios y preguntas más faciles para tener por dónde empezar. 

Nuestra vida es una historia escrita día a día, con la tinta de nuestras experiencias. No todos los días traen la misma cantidad de páginas. Hay días sencillos, donde prendemos el "cruise control" y fluimos como peces en el río. En esos días, no hay mucho que escribir y pasamos la página sin problemas. Pero están esos días que... uff, nos pasa de todo, nos golpean, nos marcan. Son esos días que nos hacen dudar si nuestra historia es digna de ser vivida y de ser contada. Los problemas, las pruebas, las decepciones, las traiciones, los fracasos... Llenamos nuestras páginas de momentos y vivencias difíciles y duras. Y el espacio se acaba. Y seguimos leyendo lo malo que nos pasó, lo doloroso que nos hizo caer, eso tan triste que no se nos va de la mente ni del corazón. Cuando nos despidieron del trabajo, cuando dijimos adiós para siempre, cuando entregamos nuestras valiosas posesiones por no tener con qué pagarlas, cuando vemos nuestras relaciones desquebrajarse, nuestras metas sin cumplirse... Sé que a ti también te ha pasado, que te identificas con esto que estás leyendo. Porque todo esto es parte de la vida. El perder, el equivocarse, el renunciar, el posponer, eso es parte de ser humanos. Y está bien, está bien el sentirse mal, es hasta necesario y saludable. Todos esos tropiezos nos enseñan a pisar más firmes. Nos ayudan a conocer el camino. Nos preparan para lo que viene. Un recorrido que, probablemente, no esté cubierto de rosas. Y que todavía no ha terminado.

A esta hoja de papel no le cabe una letra más. ¿Qué queda por hacer? Es sencillo, aunque muchas veces sea más fácil decirlo que hacerlo: hay que pasar la página. No borrarla, solo pasarla. Lo vivido se queda, lo aprendido se lleva, lo sufrido se supera. Cada día nos ofrece una hoja nueva de papel para escribir nuevos y mejores capítulos en el libro de nuestra vida. No todos esos capítulos serán felices. Serán una mezcla de momentos donde todo es bello y momentos donde "no nos huelen ni las azucenas." Donde se nos presentarán puertas para abrir, decisiones que tomar, caminos que tomar, gente para que nos acompañen. Y todo eso quedará escrito en nuestra historia y es lo que le daremos a leer a los demás. ¿Y a quién no le gusta leer un buen libro?

A ti que me lees: quizás ya sea momento de pasar la página. No quedarnos estancados en lo que ya no cambiaremos. Si se puede cambiar, perfecto. Si no, está bien. Todo estará bien. Hay todavía mucho por vivir. Porque, en este cuadrilátero que llamamos vida, no podemos permitirnos el quedarnos tendidos en la lona. Las luchas se pelean y se ganan de pie. ¡No dejemos nunca de escribir!



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