lunes, 7 de octubre de 2013

La vida que me da la gana

Siempre existen cosas que, al hacerlas, nos dan placer, alegría, satisfacción. ¿No les sucede? En mi caso, por ejemplo poniendo uno, es ver lucha libre. Sentarme frente al televisor, o en una cancha, a ver una buena cartelera me entretiene mucho, me libera de muchas tensiones... ¿Y eso por qué? Muy fácil. Me remonta a mi niñez.

En este mundo tan acelerado y loco, ¿no hace falta volver a ser, por instantes, niño de nuevo? La mayoría de nosotros, en mayor o menor forma, disfrutamos de nuestra infancia. Y una de las cosas que me transporta a esos años es ver las luchas. Esos personajes eran héroes para mi, me hacían soñar, me regalaban un buen rato de emociones. Imitarlos, jugar a la lucha libre, comprarme máscaras y ponérmelas... 

En esos años no habían problemas, ni deudas, ni grandes obligaciones. Solo estudiar y portarse bien. La mejor época de la vida y ya no volverá. Ahora, todo es trabajar, pagar, estirar el dinero, sobrevivir. Nos hemos olvidado de disfrutar la vida. Y todo es nuestra culpa. Si, y más cuando este mundo cada vez se privatiza y deshumaniza más. Nos hemos mentalizado en que ya a esta edad no es necesario divertirse. Y divertirse no quiere decir emborracharse como un puerco. Ya no es necesario disfrutar la vida. Estamos muy ocupados metidos en tapones, filas, oficinas, tiendas, centros comerciales. 

Hemos dejado atrás el pasear, el jugar en la calle, el tirarse en el sofá a ver películas... No son las cremas para la piel ni las cirugías las que nos hacen ver más jóvenes, son esos instantes en los que nos olvidamos de ser adultos, y volvemos a vivir la vida como la queremos vivir y como la disfrutamos. 

Claro que hay que trabajar. Claro que hay que estudiar. Claro que tenemos que cumplir con todas nuestras responsabilidades. Pero todos esos sacrificios deben ser dirigidos a poder vivir una vida bajo nuestros términos. Que el existir no sea lo que nos tocó, sino la oportunidad de que sea lo que nos dé la gana. 

Cada vez que puedo, me siento tranquilito a ver mis luchas. Y lo seguiré haciendo, porque me gusta. Eso que nos gusta, si no nos hacemos daño ni a nosotros ni a otros, ¡vamos a hacerlo! Así, porque nos da la gana. Porque nos da ganas de vivir. Porque es lo justo después de tantos sacrificios, tanto trabajo, tanto tiempo perdido... 

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