Y para completar, tras de que tenías que zumbarte al cuerpo ese maratón para un dichoso censo, no consiguieron posada para pasar la noche. Ni siquiera por estar María casi pariéndose. Y pensar que aquí lo cogen de excusa para colarse en las filas de Krispy Kreme o del Viernes Negro...
Estar en los zapatos de José esa noche estaba cañón. No solamente era su amada esposa: ese niño no era cualquiera. Era el Hijo de Dios. Claro, como Dios SIEMPRE provee, alguien les prestó un pesebre para pasar esa noche. No era por supuesto el sitio más limpio, estaba lleno de animales, pero ya había sitio para que Jesús naciera. Y quienes fueron a adorarle fueron testigos de cómo Dios se manifiesta aún en la más crítica de las situaciones.
Este año ha sido eso mismo: una constante crisis, que probablemente dure más de estos 366 días. En el seno familiar, en las escuelas, en el trabajo, en la calle, en todos los ámbitos de la sociedad... La crisis es más que unos bonos degradados: es el no haber aprendido a convivir, el no aceptar nuestra responsabilidad en esta desintegración social que vivimos, el haber olvidado los valores que nos fueron inculcados y no transmitirlos. Si, valores. Nunca dejan de hacer falta.
Este camino "a Belén" ha estado lleno de violencia, de odio, de divisiones, de codicia, de materialismo... Y se ha hecho demasiado largo. Ya es hora de pasar de la crisis a la Navidad. Es hora que Jesús nazca y esté con nosotros. Es hora de permitir que se aloje en nuestros corazones, en nuestros hogares, en nuestro pueblo, y compartir con Él esta aventura llamada vida. Y que la recorramos con Él. Porque eso es la Navidad: una nueva vida, una nueva esperanza. Y aunque sin crisis no hay Navidad, el verdadero camino comienza cuando Jesús nace en nuestro Belén.
Feliz Navidad.
(Imagen: fondospantallagratis.es )
No hay comentarios.:
Publicar un comentario